UN FUTURO INCIERTO QUE SE TORNARÁ SINIESTRO
texto publicado en la edición impresa #17 de Entre Líneas
ASIGNATURAS PENDIENTES
POR RAFAEL OLIVERA ÁVILA
ASIGNATURA PRIMERA.-EL PAÍS NO SE VESTIRÁ DE BLANCO…ENROJECERÁ.
El optimismo a estas alturas, es poco menos que falaz. Prefiero el pesimismo, en toda la extensión de la palabra, y me quedo con la acepción que nos define de la siguiente manera: “un pesimista es un optimista muy bien informado”. Esto viene a cuento porque hemos estado en ascuas debido al proceso electoral, y es hora que todavía no concluye, merced a la descomunal operación maquinada y efectuada desde el gobierno federal y sus secuaces, para truncar el triunfo del principal opositor a la política neoliberal del grupo en el poder, quien ha optado por ceder todo a las leyes del mercado, negando toda rectoría del Estado, tal y como se lo han dictado los grandes organismos internacionales, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Los escenarios posibles se enturbian ahora que los resultados, avalados por el Instituto Federal Electoral (IFE), de la elección presidencial han sido impugnados, en una acción sin parangón con lo sucedido en el 2000, toda vez que en aquella ocasión el instituto era otro, otros eran los consejeros electorales, y en donde el Consejero Presidente estuvo a la altura de las circunstancias, cuyo prestigio había permeado durante algunos años. Un José Woldenberg cuya formación académica dista mucho de la precariedad intelectual del actual titular, quien se prestó diligentemente a los apetitos de quien lo amadrinó, en primera instancia la corruptora de mentores, Elba Esther Gordillo Morales, misma a la que le ha supurado asquerosamente el tufo “fecalista”, sin ningún empacho visible. Y desde luego, su afinidad amistosa con el propio candidato de la derecha, quien lo habría acompañado en su matrimonio por lo civil con su ahora ex esposa Lía Limón, siendo testigo en dicha ceremonia.
De los varios escenarios, que a continuación se describen, sólo será uno el que finalmente se nos presente a más tardar el día 6 de septiembre, cuya fecha se antoja fatal, ya que tenemos la convicción, no será el más acertado. El más lejano, el más remoto, directamente proporcional al pesimismo que ya se ha mencionado, es exactamente en el que se abrieran los paquetes electorales, se contaran “voto por voto”, y se constatara por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que el candidato ganador fue efectivamente, Andrés Manuel López Obrador, comprobando que el fraude fue operado de las dos maneras, tanto manual como cibernéticamente. El otro, en el que varias plumas han coincidido, tiene que ver con la determinación del Trife en el sentido de darle validez a la “nulidad abstracta”, y por tanto anular las elecciones, otorgando así viabilidad a una presidencia interina, en donde el Congreso determinaría en quién recaería, y hasta se ha mencionado el nombre de Cuauhtémoc Cárdenas como posible depositario de la misma. Inclusive, se ha escrito que sería la pretensión del propio Vicente Fox, como última salida para frenar el triunfo de su despreciado sucesor de la oposición. Un tercer escenario, el peor, y es el que a contracorriente se vislumbra desde este espacio, es el que se establece con estas características. De entrada, que el Tribunal Electoral determinara abrir sólo una parte de los paquetes electorales, cuyo número irrelevante no incidiera en el resultado final de votos para alterar la preferencia electoral. Desechando varias de las impugnaciones, no determinara la “nulidad abstracta”, y por ende, concediera el triunfo apretadísimo, sosteniendo lo armado por el Instituto Federal Electoral, calificando la elección y emitiendo el dictamen a favor de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa.
Sobra apuntar, subrayar, por qué se elucubra este tan siniestro escenario. Tan sencillo como recurrir a la memoria, efectuar un sucinto recuento de lo tramado desde el principio de este nefasto sexenio, para caer en cuenta, que tanto afán no pudo haber sido en vano. Todos y cada uno de los “bombardeos mediáticos” para desprestigiar la gestión de Andrés Manuel López Obrador, incluyendo un accidente de tránsito de uno de sus hijos, desde ahí partió todo. El “nicogate” y sus 70 mil pesos mensuales de salario; los “videoescándalos” cuyos protagonistas habrían sido colaboradores de su gobierno en el DF, a los que se les fincaron responsabilidades en el marco jurídico; la indemnización estratosférica para un particular inexistente, cuya asesoría legal estuvo en manos de Diego Fernández de “Centavos”, en el paraje San Juan, cuyo monto era de mil 800 millones de pesos; el tan famosísimo caso de El Encino que derivó en el patético desafuero como Jefe de Gobierno del DF, para quitarle todos sus derechos ciudadanos y frenar su obvia candidatura presidencial; y más, la exagerada y apabullante campaña mediática de las dos empresas televisoras con mayor poder de penetración, con sus filiales radiofónicas, conducidas por los postrados comunicadores que siguiendo el mismo plan establecido, “editorializaron” las noticias a su antojo, con el único y vil propósito de denostar, vituperar y calumniar, al único candidato que se perfilaba como “un peligro”, pero no para México, sino para sus intereses aviesos, bastardos. Sin soslayar las obsesivas alusiones y referencias que en cada tribuna cotidiana efectuó Vicente Fox Quesada, para inclinar las preferencias de los ciudadanos primero por su ambiciosa “Martita”, luego por el fracasado “Santiaguito”, y después no quedándole más remedio que “Felipillo”. Como lo anterior no les funcionó, entonces operaron el fraude “manual-cibernético”, y como se han visto “balconeados”, el único reducto que les queda es encaramar en la silla, a costa de lo que sea, al títere que habrán de manipular para que les tape todas sus trapacerías, a quien vestirán con traje sastre de corte militar, y que no sólo en “imagen” recibió asesoría de los sátrapas fascistoides del Partido Popular español, sino la principal, cómo reprimir a quienes no avalamos este execrable despojo a la democracia. Ojalá nos equivoquemos. Es cuanto.
ASIGNATURAS PENDIENTES
POR RAFAEL OLIVERA ÁVILA
ASIGNATURA PRIMERA.-EL PAÍS NO SE VESTIRÁ DE BLANCO…ENROJECERÁ.
El optimismo a estas alturas, es poco menos que falaz. Prefiero el pesimismo, en toda la extensión de la palabra, y me quedo con la acepción que nos define de la siguiente manera: “un pesimista es un optimista muy bien informado”. Esto viene a cuento porque hemos estado en ascuas debido al proceso electoral, y es hora que todavía no concluye, merced a la descomunal operación maquinada y efectuada desde el gobierno federal y sus secuaces, para truncar el triunfo del principal opositor a la política neoliberal del grupo en el poder, quien ha optado por ceder todo a las leyes del mercado, negando toda rectoría del Estado, tal y como se lo han dictado los grandes organismos internacionales, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Los escenarios posibles se enturbian ahora que los resultados, avalados por el Instituto Federal Electoral (IFE), de la elección presidencial han sido impugnados, en una acción sin parangón con lo sucedido en el 2000, toda vez que en aquella ocasión el instituto era otro, otros eran los consejeros electorales, y en donde el Consejero Presidente estuvo a la altura de las circunstancias, cuyo prestigio había permeado durante algunos años. Un José Woldenberg cuya formación académica dista mucho de la precariedad intelectual del actual titular, quien se prestó diligentemente a los apetitos de quien lo amadrinó, en primera instancia la corruptora de mentores, Elba Esther Gordillo Morales, misma a la que le ha supurado asquerosamente el tufo “fecalista”, sin ningún empacho visible. Y desde luego, su afinidad amistosa con el propio candidato de la derecha, quien lo habría acompañado en su matrimonio por lo civil con su ahora ex esposa Lía Limón, siendo testigo en dicha ceremonia.
De los varios escenarios, que a continuación se describen, sólo será uno el que finalmente se nos presente a más tardar el día 6 de septiembre, cuya fecha se antoja fatal, ya que tenemos la convicción, no será el más acertado. El más lejano, el más remoto, directamente proporcional al pesimismo que ya se ha mencionado, es exactamente en el que se abrieran los paquetes electorales, se contaran “voto por voto”, y se constatara por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que el candidato ganador fue efectivamente, Andrés Manuel López Obrador, comprobando que el fraude fue operado de las dos maneras, tanto manual como cibernéticamente. El otro, en el que varias plumas han coincidido, tiene que ver con la determinación del Trife en el sentido de darle validez a la “nulidad abstracta”, y por tanto anular las elecciones, otorgando así viabilidad a una presidencia interina, en donde el Congreso determinaría en quién recaería, y hasta se ha mencionado el nombre de Cuauhtémoc Cárdenas como posible depositario de la misma. Inclusive, se ha escrito que sería la pretensión del propio Vicente Fox, como última salida para frenar el triunfo de su despreciado sucesor de la oposición. Un tercer escenario, el peor, y es el que a contracorriente se vislumbra desde este espacio, es el que se establece con estas características. De entrada, que el Tribunal Electoral determinara abrir sólo una parte de los paquetes electorales, cuyo número irrelevante no incidiera en el resultado final de votos para alterar la preferencia electoral. Desechando varias de las impugnaciones, no determinara la “nulidad abstracta”, y por ende, concediera el triunfo apretadísimo, sosteniendo lo armado por el Instituto Federal Electoral, calificando la elección y emitiendo el dictamen a favor de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa.
Sobra apuntar, subrayar, por qué se elucubra este tan siniestro escenario. Tan sencillo como recurrir a la memoria, efectuar un sucinto recuento de lo tramado desde el principio de este nefasto sexenio, para caer en cuenta, que tanto afán no pudo haber sido en vano. Todos y cada uno de los “bombardeos mediáticos” para desprestigiar la gestión de Andrés Manuel López Obrador, incluyendo un accidente de tránsito de uno de sus hijos, desde ahí partió todo. El “nicogate” y sus 70 mil pesos mensuales de salario; los “videoescándalos” cuyos protagonistas habrían sido colaboradores de su gobierno en el DF, a los que se les fincaron responsabilidades en el marco jurídico; la indemnización estratosférica para un particular inexistente, cuya asesoría legal estuvo en manos de Diego Fernández de “Centavos”, en el paraje San Juan, cuyo monto era de mil 800 millones de pesos; el tan famosísimo caso de El Encino que derivó en el patético desafuero como Jefe de Gobierno del DF, para quitarle todos sus derechos ciudadanos y frenar su obvia candidatura presidencial; y más, la exagerada y apabullante campaña mediática de las dos empresas televisoras con mayor poder de penetración, con sus filiales radiofónicas, conducidas por los postrados comunicadores que siguiendo el mismo plan establecido, “editorializaron” las noticias a su antojo, con el único y vil propósito de denostar, vituperar y calumniar, al único candidato que se perfilaba como “un peligro”, pero no para México, sino para sus intereses aviesos, bastardos. Sin soslayar las obsesivas alusiones y referencias que en cada tribuna cotidiana efectuó Vicente Fox Quesada, para inclinar las preferencias de los ciudadanos primero por su ambiciosa “Martita”, luego por el fracasado “Santiaguito”, y después no quedándole más remedio que “Felipillo”. Como lo anterior no les funcionó, entonces operaron el fraude “manual-cibernético”, y como se han visto “balconeados”, el único reducto que les queda es encaramar en la silla, a costa de lo que sea, al títere que habrán de manipular para que les tape todas sus trapacerías, a quien vestirán con traje sastre de corte militar, y que no sólo en “imagen” recibió asesoría de los sátrapas fascistoides del Partido Popular español, sino la principal, cómo reprimir a quienes no avalamos este execrable despojo a la democracia. Ojalá nos equivoquemos. Es cuanto.
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